La aparición de una mancha negra fija en el campo visual (escotoma) es un síntoma presente en gran variedad de patologías, tanto visuales como no relacionadas con la visión. Suele tratarse de un hallazgo muy alarmante para los pacientes y debe ser consultado con un oftalmólogo a la mayor brevedad posible, ya que en ocasiones puede ser la antesala de enfermedades graves que conducen a secuelas visuales irreversibles e incapacitantes.
Un sinfín de enfermedades asocian escotomas y se realizará el diagnóstico diferencial entre ellas dependiendo, entre otros factores, de la localización del escotoma.
Localización central o periférica
Así, cuando el escotoma aparece en el centro del campo visual sospecharemos de patologías de la retina, en concreto en la mácula, siendo la más frecuente la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), tanto en su forma atrófica como en la exudativa (con evolución más rápida y agresiva). Se trata de una entidad muy frecuente y potencialmente grave, que de detectarse y tratarse con prontitud permite a los pacientes preservar una relativa buena visión. Otras causas de escotomas centrales pueden ser los agujeros maculares, edemas maculares, etc.
Cuando el paciente acusa un escotoma periférico estamos probablemente ante problemas de nervio óptico (neuropatías) de causa inflamatoria o vascular o incluso un primer indicio de un glaucoma, enfermedad altamente prevalente en nuestro medio, donde una tensión ocular crónicamente alta produce un daño progresivo, indoloro e irreversible del nervio óptico. Lesiones cerebrales a nivel de las áreas visuales pueden causar escotomas permanentes, a diferencia de los causados por las migrañas oftálmicas que ocasionan un escotoma temporal (autolimitado) denominado «escotoma centelleante». Tampoco debemos olvidarnos de las enfermedades vasculares de la retina, (por ejemplo, obstrucciones venosas u oclusiones arteriales) ni de los desprendimientos de retina como causa de escotomas periféricos.